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Hombre y naturaleza: relación amor-odio revolucionaria

Última aportación, por el momento, de este formato de artículo en colaboración del Dr. Jorge Poveda Arias con Virginia Corral Barrio, alumna de 4º curso de Grado en Biología por la Universidad de Salamanca (Asignatura: Introducción a la Biotecnología Vegetal).

Aproximadamente hace unos 10000 años que el hombre plantó cara a la naturaleza para intentar dominarla y beneficiarse de ella. Ésta es muy grande y amplia para él por ello poco a poco le ha ido arrebatando integrantes de su fauna y flora muy bien conocidos hoy día por todos nosotros. Vacas, ovejas, cerdos; trigo, arroz, maíz; siendo todos dominados a nuestra merced. Bautizó como ganadería y agricultura a esta fechoría de explotación y manejo tanto faunístico como vegetal.

Hoy daremos un meneo a la agricultura. Explicando cómo el hombre tomó su mano aceptando sus virtudes e «intentando» remediar sus defectos.

Para el desarrollo de su pequeña agricultura no le bastaba con dominar las plantas de la madre naturaleza, no. Quería crear unas condiciones mejores, más favorables para competir contra ella. Se obsesionó con aumentar la productividad de la agricultura con el fin de hacerla crecer y conseguir aprovecharse aún más de ella. Encabeza así una especie de «revolución verde» para modernizarla junto a sus variedades vegetales.

Quería que rindieran al máximo, variedades sublimes, muy productivas. Para ello tenía que meterles mano, jugar con su interior, con su genética. Cruzarlas entre ellas para alcanzar la perfección y descartar aquellas que no diesen la talla. Crea incluso «lugares o bancos» donde colecciona, experimenta y curiosea con las simientes de las variedades perfectas que consigue. Algunos problemillas, como que la especie vegetal no podía soportar el gran peso del grano ocasionado por el aumento de producción, no le pararon los pies. Se ve obligado a cambiar la morfología de las variedades, acortando sus tallos. Descubre así los genes del enanismo, la base de la revolución verde.

A estas nuevas variedades conseguidas de «alto rendimiento» les acompañan novedosas tecnologías para mimarlas; fertilizantes y riego (para alimentar y calmar su sed); plaguicidas y herbicidas (para protegerlas); maquinaria como tractores, cosechadoras (para aumentar la eficiencia a la hora de la recolecta de grano) y muchas fantasías más. Así consiguió su objetivo, aumentar salvajemente la producción y solventar «en parte» el hambre en el mundo, «en parte» porque de esto solo se benefician aquellos países que pueden permitirse el capricho económico de incorporar estos modernos avances.

Como veis, no todo iba a ser felicidad. Mientras la población era, dentro de lo que cabe, «escasa y asequible», se podía vivir sin problema. Pero esta comienza a aumentar y el llevar a cabo la revolución verde presenta cada vez más problemas. La creciente población humana culmina con la naturaleza dándole la espalda. Desencadena un aumento de sobreexplotación y erosión del terreno cultivable, cada vez más escaso, llevando a la destrucción de hábitats frágiles. Se da un gran abuso de fertilizantes y plaguicidas junto a un consumo y contaminación de agua de riego cada vez mayor.

La agricultura, que ya de por sí es contaminante, pasa a serlo aún más como consecuencia de este aumento demográfico sin fin. Todo esto actúa como retroalimentación negativa de cara a la productividad que disminuye y agrava aún más a los países que no se beneficiaron de la revolución verde. ¿Será este su fin? ¿o no? Es necesario llegar a un acuerdo con la naturaleza, convivir con ella y dejar de perjudicarla llevando a cabo una agricultura sostenible.

Debemos rediseñar las plantas de cultivo empleando como arma la biotecnología.
Su objetivo no es eliminar al 100% los riesgos sino, mantener un control en un nivel que asegure productividad sin dañar la naturaleza, concienciar a la población para que rechace aquellos productos que requieran un gran uso de energía y crear variedades que no sean tan adictas a productos agrícolas, en su mayor parte, contaminantes, cuyo vicio nosotros hemos provocado. Técnicas biotecnológicas que vuelvan a jugar con los genes de las variedades, esta vez, de un modo más respetuoso ambientalmente. Objetivos como conseguir resistencia a los peligros que les rodean, como plagas, enfermedades, condiciones ambientales adversas, escasez de agua; conseguir mejorar su contenido nutritivo para eliminar su adicción a los productos agrícolas contaminantes; emplear estrategias agrícolas menos dañinas e intentar aumentar la productividad dentro del terreno cultivable para disminuir la búsqueda y conquista de tierras marginales y áreas de gran valor ecológico, para «humanizar».


Se podría ahorrar material y aumentar su productividad, sabiendo qué necesitan en cada momento incorporándolas como una especie de «bioindicadores», organismos que se activen y emitan fluorescencia para avisar si, por ejemplo, la planta necesita agua u otra cosa.

De nada sirve que se quiera llevar a cabo esta «segunda revolución verde» si la población no pone de su parte y toma conciencia intentando remediar aquello que está en su mano. Debe tenerse en cuenta, cada vez que se lleven a cabo «revoluciones», que éstas sean capaces de englobar a la naturaleza y a toda la humanidad para que nadie salga perjudicado.

Referencias:

  • HISTORIAS Y BIOGRAFÍAS. La revolución verde y el hambre mundial. Objetivos, problemas y resultados.
  • http://historiaybiografias.com/revolucion_verde/ [Consulta: 10 de Marzo]
  • http://www.ugr.es/~eianez/Biotecnologia/agricultura.html [Consuta: 10 de Marzo]
  • INSTITUTO DE BIOTECNOLOGÍA. UNIVERSIDAD DE GRANADA. Más allá de la revolución verde. ¿Un papel para la biotecnología?.
  • ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ALIMENTACIÓN Y LA AGRICULTURA. (1995). Agricultura mundial: hacia el año, estudio de la FAO. N. Alexandratos, ed. Roma, FAO y Ediciones Mundi-Prensa, Madrid.
  • ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ALIMENTACIÓN Y LA AGRICULTURA. (1996). «Enseñanzas de la revolución verde. Hacia una nueva revolución´´ en Cumbre Mundial sobre la alimentación. (13-17 Noviembre. 1996. Roma-Italia). Disponible en
  • http://www.fao.org/3/W2612S/w2612s06.html [Consulta: 10 de Marzo]
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