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La estrella de Belén

Uno de los símbolos más recurrentes de la Navidad es la famosa estrella de Belén. Los científicos no tienen claro si se trata de un cometa, un planeta, una nova o una supernova. 

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Según San Mateo

En los textos evangélicos se hace mención de una estrella que guió a los Reyes Magos hasta el lugar de nacimiento de Jesús. En la tradición cristiana, la estrella representa una señal divina que señala el nacimiento del hijo de Dios.

Como muchas anécdotas bíblicas, puede tratarse de tan sólo una fábula simbólica, sin embargo, de haber existido, la astronomía puede dar varias respuestas al fenómeno.

(2:2) «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en el este y hemos venido a adorarlo». (2:5) «En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta»…(2:9) Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en el este iba delante ellos, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño.

Evangelio según San Mateo.

Existen un sinfín de astros que pueden verse magníficamente en un cielo nocturno libre de contaminación lumínica.

Sin embargo, el relato bíblico habla de una estrella remarcable, capaz de llamar la atención de tres sabios, y cuando uno intenta imaginar qué objeto celeste en el este es capaz de llamar tanto la atención, las respuestas se reducen rápidamente.

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Según la astronomía

Antes de intentar relacionar la estrella de Belén con el paso real de cualquier astro, no debe olvidarse el problema de los calendarios. Las fechas como el 25 de diciembre, o el año 1 de “nuestra era” no señalan más que simbólicamente el nacimiento de Jesús.

Los hechos y personajes de los evangelios (como Herodes, por ejemplo), hacen pensar a los especialistas que estos hechos, si sucedieron alguna vez, tendrían que haberse dado alrededor del año 7 ó 6 antes de Cristo.

Habiendo aclarado este punto, veamos cuáles son los fenómenos astronómicos que pueden explicar la existencia de la estrella de Belén:

¿Planetas?

Entre los planetas se encuentran los astros normalmente más brillantes después del Sol y la Luna. Venus y Júpiter brillan inconfundiblemente en el cielo.

Pero a pesar de sus hermosos resplandores, son astros con los que la sociedad estaba muy familiarizada (en cielos tan oscuros como los de antaño).

Y ni que hablar de los “magos”, especie de científicos o sabios que debían conocer con precisión la existencia de estos dos planetas.

image Venus y Júpiter al amanecer (Babak Tafreshi (TWAN) 2008)

Por tanto, si bien la relación entre la estrella de Belén y un planeta como Venus pudiera ser la más natural, resulta poco creíble que llamase la especial atención de los Reyes Magos.

Sin embargo, desde hace mucho tiempo (Kepler fue el primero en formularlo), se sostuvo que la estrella de Belén podría haber sido el producto de una conjunción de planetas brillantes, como Júpiter y Saturno, ó Júpiter y Venus.

Ambos fenómenos se dieron en más de una ocasión a pocos años del inicio de nuestra era.

Cometas: descartados

La trayectoria de los cometas actualmente es conocida en el pasado, presente y futuro. No existe ningún paso de cometa significativamente brillante para el período histórico en el que se calcula el nacimiento de Jesús.

Sin embargo, algunos artistas medievales dibujaron sobre el pesebre la figura de un cometa, y la idea en sí no es en absoluto descabellada, simplemente no se encuentran registros de sus trayectorias en ese período.

Novas y Supernovas

La existencia de supernovas a lo largo de la historia está bastante documentada, su brillo es tan espectacular que así lo amerita, y una explosión de este tipo puede incluso verse durante el día, varios días.

image Representación de la aparición de la supernova de 1572 observada y registrada por Tycho Brahe

Sin embargo, las supernovas, al igual que los cometas, son fenómenos ampliamente conocidos por la astronomía moderna. No existe registro alguno de supernovas durante el período en que habría que situar el nacimiento de Jesús.

Otra alternativa más plausible sería la aparición de una nova.

Se trata de una estrella que, vista desde la Tierra, experimenta un incremento notable de su brillo, producto de su gran actividad nuclear. Para este caso, sí existen casos situados en el período del año 5 a. C. que podrían explicar la aparición de la estrella de Belén.

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